No suelo coger el bus cuando
vuelvo del acupuntor, pero hoy tenía que ir a dejar la licuadora en el servicio
técnico que había localizado cerca del mercado central. Así que preferí ir a
coger el bus, que además de dejarme más cerca, posiblemente llegaría antes y además
de hacer frio, parecía que iba a llover.
Justo llegué a la parada y empezó
a chispear, así que aproveché para lucir el paraguas que me había encontrado en
la estación de metro de Batán hace unas semanas y que todavía no había podido
usar. El bus vino enseguida, aunque sin paraguas me habría mojado bastante.
Entré saludando con un “Buenos
días” y una amplia sonrisa, a lo que parece que el conductor no estaba
demasiado acostumbrado, aunque a regañadientes terminó por regalarme un buenos
días.
Ya instalada en mi asiento subió
una mujer de pelo canoso, algo mayor que yo y se sentó a mi lado. Parece que la
mujer no llevaba paraguas y se había mojado mientras esperaba el bus; esto
motivó que empalmáramos la hebra acerca de la lluvia y sus beneficios y
enseguida la mujer me espetó que lo que tenían que hacer era poner árboles de
pistachos en lugar de esos árboles tan caros que acababan de colocar y que
encima los habían puesto tan juntos que se iban a comer unos a otros y durante
todo el recorrido la mujer me iba contando cosas sobre los árboles que veíamos,
sobre si los consideraba adecuados o no, si los habían plantado demasiado
juntos o iban a tener espacio suficiente para crecer; hablaba perfectamente el castellano,
sin ningún acento, pero me extrañó que hablara tanto de Alemania, así que
aproveché para preguntarla de donde era y me dijo que era de Burgos pero que de
joven se había ido con su familia a Alemania y allí se había casado y vivido
durante más de 30 años.
Aproveché para preguntarla de que
parte de Burgos era y me dijo que de la parte norte de Burgos, así que le
pregunté el nombre del pueblo y me dijo que ella había vivido de pequeña en una
granja y que no había pueblo ni nada. Era increíble la sensibilidad que tenía
para con el mundo vegetal, así que me decidí a enseñarla el cuadernito de ¿Qué
Árbol eres tú? que llevaba en la mochila y al enseñárselo me doy cuenta de que
la mujer no sabía leer porque contaba las letras, incluido el signo de interrogación.
Me emocionó muchísimo encontrarme
con esta mujer tan conectada con los árboles, con una increíble inteligencia
natural y totalmente analfabeta.
Así que aproveché para decirla lo
primero que dice Jean Shinoda Bolen sobre las personas árbol y las personas no
árbol y la dije si ella era una mujer árbol, pero más que preguntándoselo, casi
afirmándolo. Qué pena que ya casi me tenía que bajar del bus, pero a la mujer
árbol todavía le dio tiempo a decirme que en Madrid estaban poniendo árboles
comestibles en las calles, porque según ella ya que hay que gastarse un dinero
y regarlos, por lo menos que podamos comer sus frutos. Y ya no me dio tiempo a
contarle sobre el Bosque comestible que se ha creado en Batán en este último
año y mi pasión por los Bosques Comestibles; acababa de llegar a mi destino
Recuerdo también que la mujer
pistacho me dijo que había que poner árboles que estuvieran siempre verdes ya
que son los que más oxigeno crean, pero que no den flores porque las flores
consumen mucho oxígeno.
Y solo hace un par de días que
hablábamos en la reunión de coordinación arbórea sobre los bosques comestibles
y que había que hacer una sesión para crear el espectáculo de títeres; así que
se ve que estás lluvias han traído mucho más que agua.
De camino al servicio técnico, me
vino a la mente Felix Rodriguez de la Fuente que también era de un pueblo del
norte de Burgos y alguna vez le oí contar que su afición por la naturaleza le
vino de estar prácticamente sin escolarizar en su pueblo y que la naturaleza fue
su gran maestra.
Y colorín colorado, este cuento
se ha acabado.
Alicante, 8/4/16
Tanit